Imaginemos que nunca sucedió, imaginemos que el sol corre de oeste a este hoy, que el menguante de la luna la llena, imaginemos que hoy la tierra le llueve al cielo, que no hay desilusiones ni falta de anhelos, imaginemos que nunca te vi, imaginemos que no me refugié en el alcohol, imaginemos que la tertulia no fue interesante y mis avances imprudentes.
O imaginemos que me quisiste, que no fuimos una galerna de carne y deseo sino algo profundo y verdadero, que no volví a caer en lo mismo, saliendo de tú morada en medio de la madrugada tras tratar de redimir mis penas en el cóctel de tu cuerpo, cubas libres y malos recuerdos (Mezcla ya probada inútil) Y es que he descubierto que no se puede ahogar un pesar en un orgasmo, un dolor en un beso ni un recuerdo en tus ojos, así sean perfectos.
Imaginemos… Imaginemos que no te vuelvo a escribir y no nos volveremos a citar, a la misma hora y en el mismo lugar. Ay de mí con mis remedios inútiles y mis arrepentimientos hipócritas, esas promesas idiotas de no volver a hacerlo jamás. Y es que luego se excusa mi falta de conciencia con que no lo vuelvo a hacer sino que cada vez hacemos algo nuevo.
En fin...
imaginemos que soy decente.
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