Pelea mi brazo y la copa, pensamientos rotos y recuerdos rebeldes escapándose de mi mente en formas de lágrimas amargas de la misma calaña que tus intenciones, sin poder brotar palabras ante la indignación y el odio.
Huye el torbellino de lo que queda de mi alma, y sólo quedan las ganas. Cuatro tragos más y sucumbo en llanto, este alcoholismo necesario para liberar las penas, sacarlas a tomar aire para luego inspirarlas yo y enjaularlas bajo llave en lo más profundo de mi mente; antes, voy preguntándome el porqué de tus acciones y la naturaleza de mi estupidez, rumiando venganzas que no ejecutaré y consuelos no consumados sofocados por el estruendo de mi silencio. Ya que este brindis no es para olvidar sino para recordar, abrir las puertas y confesarme con el cura de mi inconsciencia, aquel que guarda todas estas maledicencias, una vez por semana o en cualquier fecha. Un pequeño escape en esta olla de presión, que poco a poco me hierve el corazón…
Huye el torbellino de lo que queda de mi alma, y sólo quedan las ganas. Cuatro tragos más y sucumbo en llanto, este alcoholismo necesario para liberar las penas, sacarlas a tomar aire para luego inspirarlas yo y enjaularlas bajo llave en lo más profundo de mi mente; antes, voy preguntándome el porqué de tus acciones y la naturaleza de mi estupidez, rumiando venganzas que no ejecutaré y consuelos no consumados sofocados por el estruendo de mi silencio. Ya que este brindis no es para olvidar sino para recordar, abrir las puertas y confesarme con el cura de mi inconsciencia, aquel que guarda todas estas maledicencias, una vez por semana o en cualquier fecha. Un pequeño escape en esta olla de presión, que poco a poco me hierve el corazón…
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